SINODEANDO
- peregrinandoamc
- 15 oct 2020
- 7 Min. de lectura
El camino sinodal es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio.(1)
Escuchar a los catequistas
Queridos catequistas de la Diócesis de San Isidro, tengo una buena noticia para compartir con ustedes
Durante los meses de agosto y septiembre pude vivir una experiencia riquísima, un verdadero oasis en medio del desierto de la pandemia. Visité muchas comunidades de catequistas de nuestra Diócesis. Fue una experiencia marcada por la singularidad de cada una, por la unidad en la misma fe y en la misma misión y por el valor compartido de la disponibilidad y la entrega. Ante la imposibilidad de realizar nuestro tradicional ENDICA, me fui acercando por zoom a las distintas parroquias que me abrieron sus puertas.
Aprendí mucho en esas visitas y fui cargando mi mochila de sacerdote catequista con testimonios que me llevaron al corazón mismo de la realidad: ahí donde la gente vive y se alegra, donde reza y hace opciones, donde sufre y se muere… También me ayudaron a evocar muchos otros recuerdos y experiencias. Tantos encuentros, reflexiones, apretones de manos, jornadas de estudio, realizaciones logradas, publicaciones, proyectos inacabados, conversaciones y mates compartidos… Todo estaba ahí, al alcance de mi corazón, hasta que una embolia pulmonar, de la cual todavía estoy convaleciente, interrumpió repentina pero provisoriamente mi peregrinación.
Así y todo, la vida continúa... Los catequistas, expertos en humanidad, conocen las alegrías y las esperanzas del hombre, sus tristezas y angustias y saben cómo relacionarlas con el Evangelio de Jesús (2). Ustedes son mujeres y hombres fuertes y creativos, que siguieron realizando su ministerio en medio de la crisis. Lo hicieron como pudieron y como supieron, siguiendo una vocación: cada criatura tiene algo que decirnos de Dios creador.(3) Ustedes no bajaron los brazos porque tienen una palabra profética que decir.
Si la vida continúa, hay esperanza
La crisis sanitaria, que ya lleva largos meses de expansión y que fue desnudando y dejando a la intemperie la fragilidad humana, es la nueva realidad global que hoy nos atraviesa. Quedaron desenmascarados la inequidad y los vacíos reinantes por doquier. La sociedad, en realidad, ya estaba enferma antes de la pandemia: ¡la pandemia lo ha hecho evidente!(4) No hubo ningún tipo de poder que haya quedado exento de esta crisis: se enfermaron ricos y pobres, los miembros de la nobleza, los jefes de estado y los ciudadanos de a pie, jóvenes y ancianos, académicos y gente sencilla, famosos y desconocidos… La pandemia nos hizo tomar cruda conciencia de que la condición humana limitada y contingente nos iguala a todos. Hoy, el riesgo es que nos golpee un virus todavía peor, el del egoísmo indiferente, que se transmite al pensar que la vida mejora si me va mejor a mí, que todo irá bien si me va bien a mí (5).
Más allá de las diversas respuestas que dan los distintos países, se evidencia la incapacidad de actuar conjuntamente. A pesar de estar hiperconectados, existe una fragmentación que vuelve más difícil resolver los problemas que nos afectan a todos (6). En este paradójico marco hay muchas búsquedas científicas y muchas maniobras ideológicas y geopolíticas. También están la creatividad pastoral de las iglesias y la explosión de solidaridad que embargó a muchos hombres y mujeres de buena voluntad. Algunos se pusieron a pensar y a preparar el futuro. A ellos esta pandemia se les manifestó como un tiempo para descifrar e interpretar los innumerables e inefables signos que Dios está realizando. Porque si la vida continúa, hay esperanza y Él derrama semillas de bien en la humanidad. (7)
¿Saldremos mejores después de la pandemia?
La catequesis no es un movimiento que puede estar o no en la Iglesia, sino que es esencial. Así y todo tiene algunos rasgos propios de los movimientos: un lenguaje específico; algunas costumbres; actitudes que se reiteran porque son propias del perfil catequístico; una conciencia de lo colectivo o, mejor aún, de pertenencia a la comunidad catequística y, sobre todo, una vitalidad inusitada que congrega y contagia dando nueva vida al compromiso y promoviendo las vocaciones.
La catequesis tiene, en definitiva, una mística propia. El nuevo Directorio señala, especialmente esto. Sólo una catequesis que se concentre en la respuesta de fe que cada persona debe dar, puede centrarse en la finalidad indicada. Ése es el motivo por el cual el presente Directorio insiste en la importancia de que la catequesis acompañe la maduración de una mentalidad de fe con una dinámica de transformación, que en definitiva es una acción espiritual.(8) Afirmemos juntos el valor de promover el movimiento catequístico en nuestra Diócesis, contribuyendo a darle nueva vida y significado en los tiempos que corren. Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos! (9)
Con la meta de pensar y preparar el futuro, hoy muchas voces se alzan llamando a consensos, concertaciones y al diálogo intersectorial. Yo tengo esta certeza: hay que seguir escuchando a los catequistas. Para salir mejores de una crisis como la actual, que es una crisis sanitaria y al mismo tiempo una crisis social, política y económica, cada uno de nosotros está llamado a asumir su parte de responsabilidad, es decir compartir la responsabilidad. Tenemos que responder no sólo como individuos, sino también a partir de nuestro grupo de pertenencia, del rol que tenemos en la sociedad, de nuestros principios y, si somos creyentes, de la fe en Dios (10).
Las ciencias humanas y las ciencias sociales nos ofrecen valores, caminos y estrategias para favorecer el diálogo, desde nuestras identidades parciales, en la búsqueda del bien común. La Iglesia nos ofrece lo mismo en un sentido más perfecto y trascendente. “Sinodeando” o caminando sinodalmente, con el método del discernimiento y en un contexto de comunión y participación (11), podemos buscar no sólo el bien común, sino la fraterna felicidad de los hijos de Dios. Como comunidad en movimiento respondamos a este llamado. Los catequistas tenemos una palabra profética que decir. Ésta es una oportunidad para salir mejores después de la pandemia. No nos vamos a quedar callados.
Recapitulando
Probablemente les haya llamado la atención el título de esta serie de cartas dirigidas a todos ustedes. Si recurrimos al diccionario de la Real Academia Española (RAE) no vamos a encontrar el verbo “sinodeando” ni “sinodear.” Sólo vamos a encontrar el sustantivo “sínodo” y su correspondiente adjetivo “sinodal”. Los verbos en cuestión son simples neologismos. Según el mismo diccionario, los neologismos son palabras o expresiones nuevas, que pueden surgir por composición, derivación o por simple invención. Hace tiempo ya, nosotros mismos nos apropiamos de algunas de estas expresiones que suele utilizar, a veces, el Papa Francisco: primerear, misericordiando, Iglesia en salida...
Las realidades nuevas nos piden palabras nuevas. En el repertorio de las palabras conocidas no terminamos de encontrar ese término que connota y denota, con la mayor exactitud posible, una realidad o un acontecimiento. En la literatura teológica, canónica y pastoral de los últimos decenios se ha hecho común el uso de un sustantivo acuñado recientemente, “sinodalidad”, correlativo al adjetivo “sinodal” y derivados los dos de la palabra “sínodo”. Se habla así de la sinodalidad como “dimensión constitutiva” de la Iglesia o simplemente de “Iglesia sinodal”(12). Ser verdaderamente sinodal es avanzar en armonía bajo el impulso del Espíritu.(13)
Opté por darle este título a las tres cartas, dirigidas a ustedes, para destacar ese dinamismo: a medida que camina a través del tiempo, desde la Pascua de Jesús hasta la parusía, la Iglesia puede ser más sinodal en la fidelidad de su respuesta a Dios. Hay una nueva realidad ante nosotros. Es incierta y cambiante y nos convoca a movernos, a desinstalarnos, a renovarnos en ese dinamismo sinodal. Por eso, el uso de un verbo (acción/estado/movimiento) me pareció más conveniente. No fui yo el inventor del neologismo “sinodeando.” Ya habían recurrido a él con ocasión del Sínodo de la Amazonia (14).
Cada una de las cartas, que hoy empiezo a escribirles, busca acompañarlos en el camino, creando espacios de encuentro y diálogo en este tiempo de incertezas. El propósito de estas comunicaciones es motivarlos y ayudarlos a involucrarse en esa corresponsabilidad a la que nos invita Francisco. Para eso, daremos tres pasos que corresponden a cada una de las tres cartas a los catequistas:
1. Escuchar
2. Valorar
3. Proponer
Recemos juntos
Junto con ustedes, confío este camino a la Madre de Luján para que Ella se lo entregue a su Hijo Jesús. Los saludo con el afecto de siempre y me despido de ustedes hasta la próxima carta cuyo título será “Valorar a los catequistas.”
Tigre, 4 de octubre de 2020
San Francisco de Asís
Pbro. José Luis (Cote) Quijano
Director Diocesano de Catequesis
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. Nos sentimos heridos y agobiados. Precisamos tu alivio y fortaleza. Queremos ser nación, una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común. Danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz. Concédenos la sabiduría del diálogo y la alegría de la esperanza que no defrauda. Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor, cercanos a María, que desde Luján nos dice: ¡Argentina! ¡Canta y camina! Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. Amén.
(1) Cfr. Francisco, discurso pronunciado el 17 de octubre de 2015, con ocasión del 50º aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos por parte del Papa Pablo VI al acercarse, en aquel entonces, la conclusión del Concilio Ecuménico Vaticano II.
(2) Cfr. DC Nº 113. (3) Cfr. Francisco, Audiencia General del 30/9/2020.
(4) Cfr. Francisco, Audiencia General del 30/9/2020. (5) Cfr. Francisco en su homilía durante el domingo de la Divina Misericordia, 19 de abril de 2020. (6) Cfr. Francisco, Fratelli tutti Nº 7. (7) Cfr. Francisco, Fratelli tutti Nº 54.
(8) Cfr. DC Nº 3. (9) Cfr. Francisco, Fratelli tutti Nº 8. (10) Cfr. Francisco, Audiencia General del 23/9/2020. (11) “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión". Éste es el tema de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos convocada por el Papa Francisco para 2022. (12) Cfr. Comisión Teológica Internacional, “La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia”, Roma, 2018, Nº 5. (13) Cfr. J. Ratzinger, “Le funzioni sinodali della Chiesa: l’importanza della comunione tra i Vescovi”, en L’Osservatore romano, 24 de enero de 1996, 4. (14) El Cardenal Michael Czerny, subsecretario de la Seccción Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y uno de los dos secretarios especiales designados por el Papa para el Sínodo de la Amazonia. En una entrevista realizada por la Revista CLAR para un número especial destinado a este Sínodo, el Cardenal Czerny manifestó sentirse llamado a “sinodear” (Vol 57, Nº 3, Año 1919).
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