LA LECTURA DEL MOTUS PROPRIO, ANTICUUM MINISTERIUM, ME SUGIERE ESTAS NOTAS
- peregrinandoamc
- 19 jul 2021
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 7 sept 2021
A medida que leía el documento del Papa se iban despertando en mí palabras, ideas, principios, valores... En primer lugar, el Reino. Este documento presenta el territorio de evangelización del catequista como el Reino, no ligado únicamente a su comunidad de origen o vida cotidiana. Por el contrario, el catequista ahora se transforma en un auténtico misionero. Es el discípulo misionero que recibe el feliz mandato según las necesidades de las comunidades que lo requieran, aún si estuviesen lejos.
Esta lectura me refirió también a dos de los principios de la Doctrina Social de la Iglesia: el bien común y la subsidiariedad. Sobre el ministerio del catequista hemos leído mucho, y siempre hubo un grupo significativo de detractores con miedo a que los catequistas se clericalizaran tras recibir el ministerio, miedo a que los catequistas laicos dejaran de reconocer al obispo como el primer catequista de la Diócesis.
La ministerialidad del catequista tiene por fin el bien común de la comunidad. El bien de todos y cada uno de los miembros. En las comunidades jóvenes los catequistas pueden hacer un aporte importante en la comunicación del Mensaje, en la construcción de proyectos en fraternidad. El bien común en la catequesis sirve a la iniciación a la vida cristiana como parte del proceso evangelizador de la Iglesia.
El otro principio: la subsidiariedad. En este ministerio la subsidiariedad llama al catequista a una mayor necesidad de humildad y fidelidad a la colaboración con el obispo y con el sacerdote, ante las necesidades de la misión encomendada. Él es parte de ese proceso desde un rol específico. Por ello el ministerio no es algo propio para todos los catequistas, sino para aquellos que se sienten llamados por su vocación a evangelizar, a ser maestros y discípulos, a enseñar y aprender, a ser mistagogos en la transmisión de la fe en las diferentes etapas de la vida de las personas, como Felipe y según el Espíritu les vaya suscitando.
El kerygma se resignifica en las distintas etapas de la existencia. Esto exige un catequista que no tema el permanente rediseño de la acción evangelizadora; no puede tener miedo a la adecuación del itinerario de la iniciación a la vida cristiana según la persona, porque él mismo es parte de este proceso de conversión. La adecuación promueve la asimilación y la asimilación, la libertad para evangelizar.
Un catequista que ha recibido el ministerio es un profeta creador de comunidades solidarias y acogedoras. Creo entonces, que la institución del ministerio catequístico despierta una pregunta: ¿están los catequistas preparados para dar respuesta? Y cuando hablo de preparación no hablo solamente de las dimensiones convencionales de la formación catequística, sino sobre todo de su desprendimiento total, de su capacidad de vaciarse, animados por el entusiasmo apostólico, para ser fieles al proyecto que Dios les propone.
Bibliografía consultada:
EG
Aparecida 291 298 279
AIDM
Por la Prof. Andrea Zannol
Gracias, querida Andrea por este aporte!!!
Me encanta 💖muchas gracias 😘