ESCENARIOS Y HORIZONTES DE LA CATEQUESIS EN LA ARGENTINA
- peregrinandoamc
- 26 abr 2021
- 20 Min. de lectura
Actualizado: 28 abr 2021
Hemos ido tejiendo la trama de la catequesis en la Argentina con distintas manos y con hilos de colores variados. También, con nudos y alguna que otra desprolijidad en el revés… Desde la animación, la formación y la reflexión vamos tejiendo colaborativa y fraternalmente ese entramado para llevar adelante la tarea de la catequesis, que tiene su fuente primordial en el don de la Palabra de Dios.
1. Hagamos memoria
Contemplar los actuales escenarios de la catequesis en nuestro país nos lleva ineludiblemente a hacer memoria: a recordar los hechos y a sus protagonistas. ¡Qué valioso es contar con una historia oficial, sistemáticamente narrada y documentada! Recuerdo cuántas veces el Hno. Enrique García Ahumada, catequeta, historiador y formador de catequistas chileno, nos animó a escribirla... En Argentina todavía no lo hemos hecho y ahora, ante esta propuesta de describir los escenarios y horizontes que hoy vislumbramos, quisiera poder recurrir a esa narración porque el presente y el futuro hunden sus raíces en el pasado. La historia precedente prepara, anticipa e inspira nuestras opciones en los escenarios actuales y también nuestras proyecciones hacia nuevos horizontes.
Al respecto, vienen a mi memoria las palabras del Pbro. Frans De Vos, padre de la renovación catequística en la Argentina. Con relación a sus escritos sobre el acontecer catequístico en nuestro país, él afirmaba: “Éste no es un texto de historia en el sentido científico de la palabra. Ciertamente contiene muchos datos históricos que podrían ser útiles a los historiadores, pero carece de la rigurosidad y del método de un trabajo histórico…”(1) Como podemos ver, hace más de 40 años, también el Padre Frans hacía memoria e indagaba en la historia de la catequesis.
Antes de entrar de lleno en la presentación de los escenarios y horizontes, los animo a indagar en esa obra(2) para que puedan encontrar allí los detalles y las precisiones que se anticipan a la catequesis que hoy vivimos. Hacer memoria del pasado contribuye a seguir comprometiéndonos con el presente y a proyectar responsablemente un futuro de servicio al Reino. La Palabra es un don que Dios hace a todos los hombres y mujeres y la catequesis es la tarea específica por la cual la Iglesia bebe en la fuente primordial de la Palabra de Dios, para hacerse palabra inculturada que interpela y suscita la respuesta de la fe.
No puedo aquí hacer un compendio de esa historia. Es ésa una tarea pendiente que supera los propósitos de este trabajo. Tal vez alguien la encarará exhaustiva y científicamente alguna vez. En estos hitos y procesos se fue forjando el corazón del movimiento catequístico en la Argentina:
- los tres Congresos Nacionales de Catequesis: 1962, 1987 y 2012;
- el trabajo y los aportes permanentes de la Junta Nacional de Catequesis, el ISCA y el Departamento de Animación Bíblica de la Pastoral;(3)
- los Encuentros Nacionales de Directores Diocesanos de Catequesis (ENADIRes) y los encuentros nacionales y regionales generados por las distintas áreas catequísticas;
- El Encuentro Nacional de Catequesis (ENAC), que se desarrolló a lo largo y a lo ancho de las diversas regiones pastorales del país;
- los Seminarios(4) y las Jornadas Nacionales de Catequética;(5)
- los Encuentros Nacionales de Evangelización y Catequesis (ENECs);
- el Simposio Internacional de Catequética de 2017;
- el Ánfora Web de 2020;
- el trabajo continuo de animación y de formación realizado por las juntas regionales y por las juntas y secretariados diocesanos y...
- el servicio silencioso y sin descanso realizado por muchos catequistas anónimos en cada una de las comunidades de la Argentina...
Motivos suficientes hay para ser agradecidos, para ir desgranando en la memoria del corazón los nombres de aquellos hombres y mujeres, catequistas de nuestras comunidades, que nos precedieron. Algunas veces, el tiempo tapa los recuerdos. En otras ocasiones esos catequistas fueron tan humildes y silenciosos que sus nombres quedaron en el olvido. En algunos casos, simplemente nos acostumbramos a verlos.
Sin pretender ser exhaustivo, reconozco, valoro y agradezco éstos y muchos otros acontecimientos y procesos que fueron forjando el movimiento catequístico argentino. Valoro y agradezco la vida de tantas personas, que se sumaron generosamente a la misión. La catequesis no es un movimiento, como tantos otros, que puede estar o no en la Iglesia, puesto que es esencial. No obstante, tiene algunos rasgos propios de los movimientos: un lenguaje específico, algunas costumbres, actitudes que se reiteran porque son propias del perfil catequístico, una conciencia de lo colectivo o, mejor aún, de pertenencia a la comunidad catequística y, sobre todo, una vitalidad inusitada que congrega y contagia dando nueva vida al compromiso y promoviendo las vocaciones. La catequesis tiene, en definitiva, una mística propia capaz de capear los más grandes temporales.
2. Nuestros catequistas, herederos de esa historia y profetas en tiempos de pandemia
Los catequistas, expertos en humanidad, conocen las alegrías y las esperanzas del hombre, sus tristezas y angustias y saben cómo relacionarlas con el Evangelio de Jesús(6). Ellos son mujeres y hombres fuertes y creativos, que siguen realizando su ministerio en medio de la crisis sanitaria que nos embarga. Lo hacen como pueden, siguiendo una vocación y sin bajar los brazos porque tienen una palabra profética que decir.
Estos catequistas herederos de una historia del paso a paso se encuentran hoy en la Argentina, como en otros países del mundo, enfrentando fuertes vientos que arrecian sin clemencia: por un lado, el prolongado cambio de época que pretende trastocar valores y certezas y, por otro lado, una pandemia que no cesa y arremete dejándonos cada vez más pobres y agotados. Estos catequistas saben que son profetas soñados por Dios, enviados y cuidados por Él. Profetas enviados a dialogar en medio de una sociedad sufriente, para que el rostro de Cristo se haga más fácilmente visible para cada persona, al igual que en el encuentro con la samaritana, para conducirla suavemente al descubrimiento del agua viva. (Cfr. Jn. 4, 5-42) (7)
Ellos son profetas del diálogo que no ceden ante la verdad que Dios sembró en sus corazones, que dan el salto, que se arriesgan y se atreven, que no negocian la propia identidad cristiana, sino que quieren alcanzar el corazón del otro, de los demás distintos a ellos, y allí sembrar el Evangelio,(8) como verdaderos inculturadores de la fe. La misión es siempre idéntica, pero el lenguaje con el cual anunciar el Evangelio pide ser renovado con sabiduría pastoral(9). Comunicadores de esperanza en el seno de una sociedad que sufre, se enoja y se interroga. Conocen el Mensaje y la forma de comunicarlo amigablemente, expresándolo en un lenguaje que toque el corazón de nuestros interlocutores.(10)
Los catequistas tienen los pies en la tierra (humus). Escuchan los gritos de la realidad y conocen las periferias existenciales de este largo y desafiante cambio de época que hoy se radicaliza bajo la forma de pandemia global. También perciben las voces y los gestos de esperanza que siguen brotando aun en medio de tanto dolor. Para salir mejores de una crisis como la actual, que es una crisis sanitaria y al mismo tiempo una crisis social, política y económica, cada uno de nosotros está llamado a asumir su parte de responsabilidad, es decir compartir la responsabilidad. Tenemos que responder no sólo como individuos, sino también a partir de nuestro grupo de pertenencia, del rol que tenemos en la sociedad, de nuestros principios y, si somos creyentes, de la fe en Dios.(11)
Por eso, los catequistas tienen hoy, más que nunca, una palabra que decir en este concierto de voces que se va gestando, de mil maneras diferentes, en los más diversos rincones del mundo. La palabra de los catequistas es autorizada, conocedora y encarnada. Tiene su origen en la fidelidad al sujeto y en la fidelidad al Evangelio inculturado. Junto con la fidelidad al Mensaje de fe, los catequistas se reconocen convocados a conocer a la persona concreta y también el contexto sociocultural en el que viven.(12)
En un país, como el nuestro, donde los niveles de pobreza y de indigencia alcanzan niveles alarmantes, hay muchos hermanos que hoy están tendidos al borde del camino, heridos por diversas injusticias. Nos recuerdan a aquel hombre que, según la parábola(13), bajaba de Jerusalén a Jericó. Nuestros catequistas los conocen, los encuentran en el barrio y en sus reuniones de catequesis, empatizan y se identifican con ellos. Saben acompañar a los que sufren. Son fuertes pilares que sostienen la catequesis cimentados en la vocación, en la vivencia fraterna de la comunión y en el compromiso solidario con los más débiles.
3. ¿Se trata de una dicotomía?
Todo esto que les digo nos remite claramente a la dimensión social de la catequesis. El Directorio (DC) publicado en 2020 es muy preciso con respecto a esto: la eficacia de la catequesis es visible no sólo a través del anuncio directo de la Pascua del Señor, sino mostrando también una nueva visión de la vida, del hombre, de la justicia, de la vida social... Por eso, la presentación de la luz con la cual el Evangelio ilumina la sociedad no es un segundo momento cronológicamente distinto del mismo anuncio de la fe. La catequesis, como anuncio de la fe, no puede dejar de interesarse en todas las dimensiones de la vida humana.(14)
Esta categórica afirmación nos remonta, no sólo a los catequistas argentinos, sino a los catequistas latinoamericanos en general a aquella verdadera joya que fue Medellín(15) para nuestro Continente. Hace poco más de 50 años la catequesis, como toda la pastoral que emergió de la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano, colocó preferentemente el acento sobre la dimensión evangélica del servicio al hermano…(16) Según Francisco Merlos Arroyo “catequesis de signo liberador” y “catequesis liberadora” son dos expresiones para designar una misma realidad: la catequesis surgida de Medellín.
Ella se inscribe en un contexto latinoamericano de pobreza, engendrada por mecanismos de opresión y de injusticia. Se sitúa en el marco de la evangelización como matriz y sustento de toda acción eclesial. Anuncia un mensaje cuya fuerza promueve la dignidad integral de las personas, invitándolas a liberarse de sus esclavitudes, desde una Iglesia, sacramento del Reino, solidaria con las causas de la justicia, a través del ministerio profético de hombres y mujeres que practican la pedagogía liberadora de Dios revelada en Jesús, para edificar al hombre nuevo y a la nueva humanidad según el designio liberador de Dios.(17)
Ante una mirada rápida o descuidada podemos pensar que el acento en Aparecida(18) (Vª Conferencia General del Episcopado Latinoamericano) está únicamente puesto en otros aspectos: la experiencia viva de Jesucristo, el discipulado, la misión de anunciar a Jesús… Una mirada más atenta nos hace descubrir que Aparecida señala, también, que la situación social lleva muchas veces a una crisis en el sentido de la vida y a situaciones humanas de gran inseguridad y angustia existencial. Aparecida hace revivir algunos grandes postulados de Medellín que estaban sobre cenizas y amenazaban ser olvidados. Sin embargo, tal rescate de Medellín no se encuentra en los textos que hablan de iniciación cristiana y de catequesis, al menos explícitamente.(19)
En cambio, el tercer documento catequético del CELAM, el AIDM,(20) sí es explícito en ese rescate: Iniciar al encuentro con Jesús, que se manifiesta en el pobre y en la comunidad… La iniciación a la vida en comunidad se complementa con la iniciación al descubrimiento de Dios presente en los pobres, en las periferias humanas y urbanas y en los nuevos ámbitos socio - culturales. La comunidad acompaña al catequizando en el ejercicio de las virtudes evangélicas, sociales y políticas…(21) La catequesis al servicio de la Iniciación a la Vida Cristiana implica desarrollar la dimensión social y comunitaria de la catequesis.
Medellín, por su lado, no se ocupa sólo de lo eminentemente social, sino que propone una catequesis evangelizadora que no presupone en sus interlocutores la fe sino que impulsa una evangelización de los bautizados. Recomienda cambios en la preparación a la confirmación de adolescentes y jóvenes y nuevas formas de catecumenado en la catequesis de adultos.(22) La dimensión antropológica y social de la catequesis de Medellín va unida a su dimensión evangelizadora y la dimensión misionera e iniciática de Aparecida y del AIDM implican, también, su carácter socio – transformador.
4. Ambos polos de una aparente dicotomía
En el último informe del trienio elevado por la Junta Nacional de Catequesis a la Comisión Episcopal de Catequesis podemos leer: Soñamos que desde la JNC se pueda animar a las Juntas Diocesanas para que ellas acompañen a todos y todas sus catequistas, de todos los rincones del país. Que podamos llegar con la mirada del Nuevo Directorio, con lo que venimos trabajando desde el IIICCN y ya antes también: una catequesis kerygmática, misionera y mistagógica, un catequista acompañante, alegre testigo de la buena Noticia. Que llegue hasta el “último catequista”de diversos modos o medios, por sus propias Juntas, por el ENEC, el Ánforaweb y otros medios virtuales.
Es posible reconocer aquí algunas palabras claves que dan cuenta de la presencia de ambos polos de esa dicotomía aparente: por un lado, el acompañamiento como expresión de una catequesis antropológica y social que busca “saber estar” o “saber convivir(23).” Esta dimensión hace alusión a un catequista inserto en una comunidad eclesial, como discípulo de Jesús, que vive en comunidad y en ella puede hacer experiencia y dar testimonio del mandamiento nuevo. Allí es urgido a vivir según el estilo de vida del Maestro.
Acompañar es también saber esperar. El valor de la espera está ligado a la confianza en el dinamismo interior de la persona y en lo que Dios está haciendo en ella.(24) Si la propuesta del Evangelio llega al corazón, la persona está en condiciones de dar su respuesta de fe. Aquí se produce la verdadera transformación, éste es el lugar de la conversión. Y ese camino pueden recorrerlo todos. No hay techos ni impedimentos ni minorías descartables. De nadie puede decirse:” Éste no va a llegar. No vale la pena. No puede”.
Se trata, simplemente, de reconocer y aceptar su personalísima vulnerabilidad y de acompañarlo, diseñando itinerarios flexibles que se resignifican con sensibilidad hacia la persona que los recorre. Se trata, en definitiva, de crecer en una actitud inclusiva capaz de abrazar limitaciones y aciertos, fortalezas y debilidades en la multifacética realidad de los destinatarios. Acompañar es asistir al largo proceso de gestación de vida nueva que el Espíritu está creando en otro y estar junto a él, atento a los signos de un proceso, sin querer precipitarlo ni controlarlo, consciente de que es inútil sustituir un trabajo que sólo puede hacer el otro, pero estando ahí para animar, sostener, tirar con cuidado y tiempo de un vida frágil que apunta y que lucha por salir a la luz.(25)
Concebir el acompañamiento como pedagogía supone una espiritualidad del acompañamiento: despojarse de las seguridades, de los ritmos propios, de la impaciencia y de la desconfianza. Contemplar en silencio y con los pies descalzos el misterio de cada interlocutor.(26) Caminar al paso de los otros “como nos relata el texto de Felipe y el etíope. (Hech. 26, 40). Sin apropiarnos del camino de aquellos a quienes acompañamos, sin imponer o trasvasar una experiencia de fe, dejando que el Espíritu haga su obra en ellos y haciéndonos mediación y puente para que los catequizandos se encuentren con Jesús, lo sigan y configuren toda su existencia con la de Él“.(27)
La otra expresión, que rescato fuertemente en el fragmento seleccionado en el informe de la Junta Nacional de Catequesis, hace alusión al otro polo de la aparente dicotomía: una catequesis kerygmática, misionera y mistagógica. Aquí se reconoce la opción por una catequesis evangelizadora que no presupone en sus interlocutores la fe, sino que impulsa una evangelización de los bautizados, como ya pregonaba Medellín. También se reconoce la dimensión misionera e iniciática de Aparecida.
En sintonía con el DC y según el informe de la JNC hay en la Argentina, al menos en sentido formal, una opción por una catequesis al servicio de la nueva evangelización, en el marco de un renovado anuncio del Evangelio en los cambiantes escenarios de la cultura contemporánea. Como toda la Iglesia, también la catequesis asume este servicio, de modo que todos los hombres puedan acceder al encuentro personal con Cristo. La exigencia de no dar por descontado que nuestros interlocutores conocen a fondo aquello que les decimos y que pueden conectar nuestro discurso con el núcleo esencial del Evangelio es la razón para afirmar la naturaleza kerigmática de la catequesis y el catecumentado como su fuente de inspiración.
Tiene una explícita intención misionera y se organiza como un complejo orgánico y global para iniciar en la fe y en la vida cristiana. Por su carácter misionero, el catecumenado puede también inspirar la catequesis de aquellos que, habiendo recibido ya el don de la gracia bautismal, no han saboreado toda su riqueza. En tal sentido se habla de: inspiración catecumenal de la catequesis o catecumenado post – bautismal o catequesis de iniciación a la vida cristiana.(28)
Queda en evidencia aquí la sintonía del pensamiento catequético latinoamericano recogido por el AIDM con la naturaleza y la finalidad de la catequesis expresada en este Directorio. El tercer documento catequético del CELAM se ha detenido especialmente en la presentación de la catequesis al servicio de la iniciación a la vida cristiana. El Directorio especifica claramente, en virtud de los interlocutores y de su situación de fe, diversas propuestas catecumenales. Al igual que el Directorio, el AIDM opta por la pedagogía iniciática desarrollada a lo largo de los momentos explicitados en el RICA.El nuevo paradigma propuesto (…) consiste en concebir la catequesis como un verdadero proceso de iniciación a la vida cristiana. Tal proceso de iniciación tiene en el catecumenado primitivo su fuente de inspiración y un modelo todavía vigente, sobre todo por su vigor y carácter mistagógico integrador.(29)
5. ¿Cómo se resuelve en la Argentina esta dicotomía aparente?
Más allá de todas estas opciones y de los marcos teóricos en los cuales ellas se fundamentan, como este trabajo se propone presentar escenarios y visualizar horizontes, vamos a tratar de trascender aquello que alguna vez denominamos la catequesis pensada(30) para situarnos realista y fácticamente en la catequesis vivida en nuestras comunidades. Carezco, para ello, de un estudio de campo abarcativo de la compleja y vasta realidad nacional.
Trataré de compensar este faltante a través de un diagnóstico intuitivo basado en más de 30 años en el movimiento catequístico argentino, desde distintos roles y misiones. Cada día estoy más convencido de que hay que escuchar a los catequistas: a los que están en los barrios, en las capillas, allí donde está el Pueblo de Dios. Los catequistas son los verdaderos interlocutores de la realidad.
Este diálogo al cual la Iglesia se siente llamada tiene estrecha relación con la práctica sinodal. Una conciencia renovada de la identidad misionera requiere hoy una mayor capacidad de compartir, comunicar, encontrarse, así como de caminar juntos sobre el sendero de Cristo en la docilidad al Espíritu Santo. Por eso, escuchar es mucho más que oír. La buena escucha es escucha recíproca. No admite el poder de uno sobre el otro, ni la manipulación o el autoritarismo.
Ya hemos hecho alusión, en el inicio de nuestro trabajo, a la capacidad de acompañar y al saber estar de nuestros catequistas. Ahora bien, ¿ese acompañamiento es un solidario saber estar al lado del que sufre? Si así fuera, esto está bien. Responde a las mociones más profundas del Espíritu que, con su gracia, mueve a la caridad. Durante la pandemia muchos catequistas tuvieron que postergar el anuncio explícito de la Palabra de Dios para atender comedores comunitarios, conseguir alimentos, hacer ollas populares, acompañar a los que están solos y tristes por la enfermedad o por la muerte de un ser querido... Todo eso es caridad y la caridad siempre precede a la catequesis. Es proclamación silenciosa de la Palabra de Dios, es testimonio que prepara el anuncio del Kerigma. Y esta misión es para todo cristiano que se reconoce llamado a vivir radicalmente la virtud de la caridad.
Cuando, en cambio, hablamos de catequistas compañeros de camino estamos hablando de esto y de mucho más: hablamos de catequistas que proponen y esperan, que tienen paciencia y no imponen. Durante mucho años, y aún hoy, hemos realizado nuestros planteos educativos y pastorales desde una lógica que podríamos llamar “externa”. Nos hemos esforzado por exigir un ideal a alcanzar, usando recursos y estrategias que consideramos oportunos. Desde esta lógica, de afuera hacia adentro, el ideal, como bien arduo a alcanzar, a veces se torna más externo y lejano a la persona.
Estoy convencido de que, en nuestro país, nos falta vivir el acompañamiento descalzándonos frente al misterio de la interioridad de nuestros catecúmenos. Todavía caemos mucho en la trampa de una catequesis escolarizada en la que el protagonista es el catequista que enseña, adoctrina y, en definitiva, quiere estampar de afuera hacia dentro los valores del Evangelio.
En esta dimensión socio - transformadora es preciso comprender y asumir al catecúmeno no sólo como sujeto de derechos que tiene la dignidad de ser hijo de Dios, sino como creatura herida y redimida, llamada a identificarse cada día más con Jesús y convocada a colaborar en la extensión y construcción del Reino hasta los confines de la tierra. De cara a las diversas periferias existenciales, los catequistas estamos llamados a hacernos expertos en el arte de acompañar, ayudando a que los procesos sean…
- interiores y profundos,
- libres,
- acompañados,
- flexiblemente planificados,
- para todos y para cada uno.
En cuanto a esta misma dimensión socio – liberadora, hay en la Argentina una experiencia que tiene solamente tres años. Se ha conformado en la JNC un área de Catequesis en las Periferias para acompañar a los catequistas que llevan adelante su ministerio pastoral entre los más pobres. Para ello, se proponen...
- Animar a las distintas diócesis y regiones de nuestro país, a trabajar en conexión con la llamada del Papa Francisco a construir una Iglesia en salida, hacia las periferias existenciales.
- Elaborar proyectos de formación que capaciten, tanto a los catequistas como a otros agentes de pastoral, para que lleven el anuncio del Evangelio a aquellas situaciones de dolor e injusticia, de ignorancia y prescindencia religiosa y de toda miseria humana.
- Acompañar a las diócesis en las acciones catequísticas que se están desarrollando en los contextos de vulnerabilidad social, colaborando activamente en las necesidades que surjan en dichas situaciones.
Se trata de una experiencia nueva que se encuentra, actualmente, abocada a la formación de catequistas, a la profundización y clarificación del concepto de periferias existenciales y a la compilación de material catequístico existente en el país que requiere ser actualizado, adaptado y sistematizado. Hay aquí, tal vez, una tierra que puede ser fecundamente cultivada, puesto que se percibe en estos propósitos la misma lógica que plantea el DC en cuanto a la dimensión social de la catequesis y que ya hemos citado en este mismo trabajo: la eficacia de la catequesis es visible no sólo a través del anuncio directo de la Pascua del Señor, sino mostrando también una nueva visión de la vida, del hombre, de la justicia, de la vida social... Por eso, la presentación de la luz con la cual el Evangelio ilumina la sociedad no es un segundo momento cronológicamente distinto del mismo anuncio de la fe. La catequesis, como anuncio de la fe, no puede dejar de interesarse en todas las dimensiones de la vida humana.(31)
El otro polo de la aparente dicotomía en la cual nos hemos centrado es la catequesis como un verdadero proceso de iniciación a la vida cristiana. Tal proceso de iniciación tiene en el catecumenado primitivo su fuente de inspiración y un modelo todavía vigente, sobre todo por su vigor y carácter mistagógico integrador.(32) Si bien los ámbitos de animación catequística de nuestro país, tanto nacionales, como regionales y diocesanos utilizan un discurso catequético que va en esta línea, lo cierto es que aquí también la catequesis pensada no va al mismo paso de la catequesis vivida.
Muchos catequistas, con mucha vocación y muy buena voluntad, conciben en la práctica una catequesis del deber ser y del saber, por encima de otras dimensiones de la fe. La catequesis termina siendo algo parecido a una escuela a la que se va a aprender algunos contenidos para poder recibir los sacramentos. Además, en el contexto crítico actual, estas distorsiones van en aumento. En este ámbito, como en tantos otros, la pandemia nos sorprendió y nos encontró sin suficientes elementos. Como, a veces, ocurre ante los nuevos desafíos que no fueron suficientemente reflexionados, vamos de un polo al otro.
Puedo intuir, a través de la simple observación de algunas prácticas, que la catequesis en tiempos de pandemia no es ajena a esta indeterminación. Algunas propuestas revelan una mayor escolarización de la catequesis, aún mayor de la que ya se conocía y se pretendía superar antes de la pandemia. En el otro polo, en cambio, hay propuestas vaciadas de contenidos y centradas, sobre todo, en la atracción de los recursos. No se trata de dar muchos o pocos contenidos…
No se trata de transmitir una difusa vivencia ni de intelectualizar el Mensaje. Si en verdad buscamos llegar al corazón del Misterio, el anuncio se concentra en lo esencial, que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario. La propuesta se simplifica, sin perder por ello profundidad y verdad...(33) El gran tema que nunca puede faltar es el Kerigma o Primer Anuncio.Es el primero en un sentido cualitativo, porque es el anuncio principal, ése que siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y ése que siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra.(34)

6. Horizontes para la catequesis en Argentina
Vuelvo ahora a traer aquí, en el final del trabajo, el mismo leitmotiv con el que empezamos el texto. Un buen leitmotiv se reitera, aparece en distintos lugares del texto para darle fuerza a la idea original: Hemos ido tejiendo la trama de la catequesis en la Argentina con distintas manos y con hilos de colores variados. También, con nudos y alguna que otra desprolijidad en el revés… Desde la animación, la formación y la reflexión vamos tejiendo colaborativa y fraternalmente ese entramado para llevar adelante la tarea de la catequesis, que tiene su fuente primordial en el don de la Palabra de Dios.
Es, tal vez, esa falta de convergencia temporal entre la catequesis pensada y la catequesis vivida el mayor punto a resolver en nuestra catequesis: he ahí el conflicto, están ahí los nudos y las desprolijidades que se perciben en el revés de la trama. Esta situación no es exclusiva de Argentina. También ha sido percibida en otros países de nuestro continente. La catequesis pensada va por delante de la catequesis vivida.
Si en lo que se piensa, se estudia y se proclama hay unicidad y convergencia, tal vez el mejor camino para llevar esa coherencia a la vida catequística se realice a través de este dinamismo:
- Una investigación para la formación.
- Una formación para la animación.
- Una animación para la investigación/reflexión
Así, en un nunca acabado dinamismo espiralado confluirían estos tres servicios catequísticos en una relación de reciprocidad y mutua colaboración entre los agentes de la animación, la formación y la investigación/reflexión. Aquí, en este itinerario en clave sinodal vislumbro prometedores horizontes para la catequesis en la Argentina.
Por el Pbro. José Luis (Cote) Quijano
(1) Cfr. Frans De Vos, Introducción de “La renovación catequística en la Argentina. Una historia narrada a través de la memoria y la experiencia de un protagonista fundamental”, Ed. San Benito, Buenos Aires, 2008. Este texto corresponde a una edición renovada y ampliada del texto original “Catequesis... Años de historia. Memoria de la renovación catequística en la Argentina.”, ISCA Ediciones, 1977. Bajo el título “Notas para la historia de la catequesis argentina” se ha anexado un capítulo del Hno. Ahumada a la nueva edición del texto del P. Frans. El inicio de la historia de la catequesis en nuestro país en las mencionadas “Notas…” se remonta al siglo XVI y hace un recorrido a través de la catequesis de la época colonial para los indígenas y los negros, la educación religiosa escolar, la enseñanza social de la Iglesia y la catequesis parroquial. Este recorrido va desde el siglo XVI hasta mediados del siglo XX, señalando con minuciosidad nombres, fechas y lugares significativos en la historia de la educación en la fe en nuestro país. Finalmente, el Hno. Enrique García Ahumada publicó en 2018 la Historia de la catequesis argentina, cuya edición estuvo a cargo del Instituto Pastoral de la Adolescencia (IPA). (2) También resulta clarificador leer De Congreso a Congreso. Una reflexión acerca de la catequesis en la Argentina a través del tiempo y del Magisterio. Este texto fue elaborado por el Equipo ISCA en 2011 y en el Prólogo afirma: “De Congreso a Congreso no es un texto acabado. Intenta hacer memoria de la reflexión catequética en nuestro país a partir del primer Congreso Catequístico Nacional (1962) y llega al actual tiempo de preparación del III Congreso Catequístico Nacional que se realizará en Morón durante el año 2012. Es, de alguna manera, un texto que está a la espera, como en una vigilia…” (3)Todos ellos con la coordinación y animación de la Comisión Episcopal de Catequesis y Animación Bíblica de la Pastoral. (4) Seminarios Nacionales de Catequesis (SENAC) de 2011, 2013 y 2014. (5) En 2000, 2002, 2003 y 2008.
(6) Cfr. DC Nº 113. (7) Cfr. DC Nº 54. (8) Cfr. DC Nº 54
(9) Cfr. DC Nº 206. (10) Cfr. AIDM Nº 9 (11) Cfr. Francisco, Audiencia General del 23/9/2020 (12) Cfr. DC. Nº 146. (13) Lc. 10, 30 – 35.
(14) Cfr. DC Nº 60 (15) Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Tuvo lugar en Medellín, Colombia, desde el 24 de agosto al 6 de septiembre de 1968. (16) Cfr. Alves De Lima, Luiz, Itinerario de la catequesis de Medellín a Aparecida, 2016. (17) Cfr. Merlos Arroyo, Francisco, Catequesis liberadora en América Latina en Pedroza, V. M., Navarro, M., Lázaro R., Sastre, J., (dir.) Nuevo diccionario de catequética, pág. 406, Ed. San Pablo, Madrid, España (18) Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Tuvo lugar en Aparecida, México, desde el 13 de mayo al 31 de mayo de 2007. (19) Cfr. Alves De Lima, Luiz, texto ya citado. (20) La alegría de iniciar discípulos misioneros en el cambio de época. Nuevas perspectivas para la catequesis en América Latina y El Caribe, Bogotá D.C., Colombia, 2015. (21) Cfr. AIDM N° 72. En la búsqueda de la dimensión social de la catequesis en el AIDM, podemos leer también los siguientes números: 80, 87, 93, 96, 122... (22) Cfr. DM N° 17
(23) Los cuatro pilares de la educación: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir, aprender a ser, en: Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI presidida por Jacques Delors, La educación encierra un tesoro, 1996 (24) Cfr. Mercieca, E. ¿Cómo acompañar espiritualmente? Salesianos de Uruguay. Cuadernillo de espiritualidad. Nº 83, 1994. (25) Cfr. Aleixandre, Dolores, Imágenes bíblicas para el acompañamiento en Revista de Teología Pastoral, Sal Terrae, 1997. (26) Cfr. Quijano, José Luis, Catequistas en salida. Claves y perspectivas para catequistas misioneros, Ed. PPC. Buenos Aires, 2016.
(27) Cfr. Quijano, José Luis, Catequistas en salida. Claves y perspectivas para catequistas misioneros, Ed. PPC. Buenos Aires, 2016. (28) Cfr. DC Nº 61. (29) Cfr. AIDM Nº 38.
(30) Cfr. Cfr. Quijano, José Luis, Catequistas en salida. Claves y perspectivas para catequistas misioneros, Ed. PPC. Buenos Aires, 2016. (31) Cfr. DC Nº 60 (32) Cfr. AIDM Nº 38. (33) Cfr. EG Nº 35 y 36. (34) Cfr. EG Nº 164.
Gracias p. COTE. Una catequesis humanizada con los pies en el barro y la mirada en en el cielo.
...
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Es un placer escuchar al propio sentir, en una voz que sabe expresarlo. Tuve la tentación de decirle esto a Cote con un mensaje privado, pero pensé que no era justo. Por las y los catequistas, para que sepan que hay quien, concretamente, sabe quiénes y cómo somos. Y por el reconocimiento de que el Mensaje Social explícito en el Evangelio, está en palabras y gestos concretos del catequista, que también necesita una formación para llevarlo a niños, jóvenes y adultos pedagógicamente.. ..Y en el tema del acompañamiento, me parece que es una de las pocas personas que puede hablar de esto, porque tiene experiencia y visión de realidad. Y ....GRACIAS, COTE, a los gritos.
Gracias Padre Cote por este aporte a Peregrinando.
Gracias!!
Muy bueno Ana María. Es un espacio abierto y con muchas posibilidad. Gracias.