¿QUE ES LO PROPIO DE LA EVANGELIZACION EN UNA ESCUELA CATOLICA?
- peregrinandoamc
- 15 oct 2020
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Lo propio y específico de la Evangelización en una escuela católica y, por lo tanto, lo propio de la Pastoral Educativa, no consiste en la realización de retiros ni en la existencia de grupos misioneros. Tampoco, en las Primeras Comuniones ni en la administración de otros sacramentos. Ni siquiera, en el anuncio explícito que se realiza en los tiempos especialmente asignados a la Catequesis Escolar o (según otra postura) a la Enseñanza Religiosa Escolar. (1)
Todas estas acciones evangelizadoras se realizan en una escuela católica y forman parte de la Pastoral Educativa, pero la Pastoral Educativa no se reduce a ellas. Por otro lado, estas acciones pueden llevarse a cabo en una parroquia o en otra comunidad de fe, por lo tanto no constituyen lo específico de la Evangelización que se realiza en un colegio católico.
“En la medida en que las diversas materias se cultivan y se presentan como expresión del espíritu humano que, con plena libertad y responsabilidad busca el bien, ellas son ya en cierta manera cristianas, porque el descubrimiento y el reconocimiento de la verdad orienta al hombre a la búsqueda de la verdad total. El maestro, preparado en la propia disciplina, y dotado además de sabiduría cristiana, trasmite al alumno el sentido profundo de lo mismo que enseña y lo conduce, trascendiendo las palabras, al corazón de la verdad total.”(2)
Aquí encontramos una cuestión que resulta específica de la Evangelización en la escuela católica y que, además, puede estar implícitamente presente en toda escuela, en la cual realiza su misión un maestro cristiano, aun cuando el proyecto de dicha escuela no busque intencionalmente la síntesis fe – cultura, que sí es finalidad de la escuela y de la universidad católicas. Si por un lado, simplemente, se realizaran en el colegio católico actividades religiosas, que bien podrían desarrollarse en otro ámbito pastoral, y si las disciplinas del curriculum se enseñaran sin transmitir el sentido profundo de la realidad, se provocaría una dicotomía entre ciencia y fe, tristemente bastante común en nuestras instituciones educativas.
La sabiduría que debe caracterizar al maestro cristiano es esa “ciencia sabrosa”, como le gustaba decir al Dr. Komar, que encuentra su sabor y su valor cuando descubre el sentido de las cosas. Encontrarles el sentido significa verlas profundamente, inteligentemente. Esto mismo puede ser expresado según el pensamiento de Edith Stein: con todo el corazón, desde la más profunda interioridad, ver el interior (sentido) de lo exterior.
“Sin profundidad no hay sabiduría, no hay entusiasmo, no hay participación cordial (de corazón), y sin esto no hay acceso a la verdad total, no hay acceso a Dios.”(3)
En sus clases, Emilio Komar afirmaba (4) que existe una relación directamente proporcional entre la interioridad del alma desde la cual brota la comprensión, y la interioridad de las cosas a la que ella llega. Cuanto más interior es el lugar de nuestra alma desde el cual comprendemos lo que acontece, tanto más dentro de eso que acontece podemos penetrar. Es preciso, aunque no suficiente que la escuela católica cuente con un plantel de profesores que sean hombres y mujeres de fe y que den testimonio de la fe que profesan. Esto es, sin duda fundamental; pero para contribuir a la síntesis fe – cultura deberán ser maestros sabios, con un corazón capaz de buscar, contemplar y enseñar la verdad. Maestros profundos que no sacan de la realidad sólo lo que a ellos les interesa y que no obligan a la realidad a que les conteste sus preguntas. Maestros que se entregan al sentido de las cosas y, descubriendo el sentido de las cosas, descubren su propio sentido.
Ana María Cincunegui
(1) Se puede consultar esta distinción en el texto del Alejandro Puiggari “¿Catequesis Escolar o Enseñanza Religiosa?: De la escuela – institución a la escuela – comunidad”, Buenos Aires: Ed. San Benito, 2002.
(2) La Escuela Católica Nº 41. (3) Komar, Emilio, “Fe y cultura” en Orden y misterio, Buenos Aires: Emecé Editores,1996, pág. 134 (4) De la entrevista a Paola S. de Del Bosco y a Héctor Del Bosco.
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