"EL ROL DOCENTE, SU MIRADA Y SU PEDAGOGÍA PARA UNA ESCUELA EN PASTORAL"
- peregrinandoamc
- 31 ago 2021
- 14 Min. de lectura
Por Bauer, Fernanda; Camaño, Maya y Martucci, María Laura
Tabla de contenidos
CAPÍTULO I: Introducción
1.1 Justificación
1.2 Objetivos
1.2.1 Objetivo general
1.2.2 Objetivos específicos
1.3 Metodología
1.4 Alcance y límites
CAPÍTULO II: Marco Referencial
2.1 Situación regional
2.2 Situación institucional
CAPÍTULO III: Fundamento Doctrinal
CAPÍTULO IV: Propuestas de acción - Planificación
CAPÍTULO V: Conclusiones
BIBLIOGRAFÍA
CAPÍTULO I
Introducción
El siguiente Proyecto intenta describir el rol del educador en la sociedad actual, al mismo tiempo busca fundamentar desde el Evangelio y el Magisterio de la Iglesia Católica la pedagogía de Jesús Maestro atendiendo a sus rasgos más relevantes. Por último, se propondrá un plan de acción en el que se genere una concientización de la misión evangelizadora de los docentes, una revalorización de su rol y una imitación de la praxis de la pedagogía de Jesús.
Dentro de estos rasgos se destacan: el encuentro, el discernimiento, el acompañamiento y el testimonio.
En la figura del Docente se contemplan a todos los miembros de la comunidad educativa indistintamente del rol que ocupen en la institución.
1.1 JUSTIFICACIÓN
Es indiscutible que un actor fundamental del proceso educativo es la figura del educador. Estos deben ser conscientes de su misión evangelizadora y de su importancia en la acción pastoral para que sus alumnos descubran su proyecto de vida y puedan ser agentes transformadores de su realidad. Para que esto suceda, es necesario que los educadores, a imagen de la pedagogía de Jesús acompañen a los educandos, sean pacientes respetando sus tiempos, escuchen sus necesidades y los ayuden a redescubrir sus dones favoreciendo así el desarrollo integral de cada uno de ellos.
Los motivos por los cuales haremos foco en este tema, es en primer lugar porque consideramos que no puede haber pastoral educativa si el impulso no está generado en los educadores, pieza fundamental del sistema educativo. Si bien como institución educativa, los alumnos reciben la educación religiosa, los adultos que están dentro de ella no siempre están incorporados en el desarrollo de su fe y no son conscientes, muchas veces, de la importancia que tiene su rol en la definición del proyecto de vida de los alumnos. Infinidad de alumnos transitan años de sus vidas en las instituciones y no se logra conocer en profundidad sus vidas ni se logran reconocer sus talentos. Es muy importante para que la tarea educativa sea exitosa contar con el compromiso, el ejemplo y la coherencia de todos los educadores en sus distintos roles, directivos, secretarios, docentes. En definitiva, son estas prácticas las que llevan a un colegio a destacarse por su religiosidad y no solamente por presentar en su currícula, el área de formación cristiana.
1.2 OBJETIVOS
1.2.1 Objetivo General
Promover la identificación del Educador con los rasgos relevantes de la pedagogía de Jesús con el fin de que sean agentes transformadores en su realidad.
1.2.2 Objetivos Específicos
- Describir las diferentes prácticas de los docentes para su comparación con los rasgos relevantes de la pedagogía de Jesús.
- Fundamentar desde el Evangelio y el Magisterio de la Iglesia la importancia del rol docente para que asuman la praxis de Jesús Maestro.
- Proponer un plan de acción para la conformación de un grupo de docentes que atendiendo su misión evangelizadora acompañe a los alumnos en la concreción de sus Proyectos de Vida.
1.3 METODOLOGÍA
Para esta presentación aplicamos el método Ver-Juzgar-Actuar con el fin de analizar la realidad desde un enfoque, donde somos nosotros los que vemos, juzgamos y actuamos. El “ver” es un reflejo de la realidad desde el punto de vista del “ser” y esa realidad, está siendo inevitablemente juzgada, no sólo desde el credo, sino de otros aspectos de las personas que nos hace pesimistas u optimistas en lo que vemos, pero que podemos tomar control y marcar el rumbo de nuestra visión.
El “juzgar”, ya tenemos juicios desde el ver y podemos discernir la realidad. Allí encontraremos los desafíos que marcarán el rumbo del “actuar” con una lectura cristiana y pastoral de esa realidad.
El “actuar” parte de lo que “se ve”, y lo determina el ser con sus principios metodológicos y pedagógicos que guían su acción. Se definen los objetivos, líneas de acción y demás elementos de la planificación.
La circularidad de la praxis es cuando se articula el “ver-juzgar”, con el “actuar” (transformando la realidad y construyendo el futuro) en el marco del “ser.
1.4 ALCANCE Y LÍMITES
El presente proyecto está destinado a la Comunidad Docente del Grupo Educativo Marín. El mismo pertenece al Obispado de San Isidro y está compuesto por cuatro colegios que fueran creados para dar respuestas a las diversas necesidades de la comunidad diocesana.
CAPÍTULO II
Marco Referencial
2.1 SITUACIÓN REGIONAL
América Latina y El Caribe viven “una particular y delicada emergencia educativa” (DA 328). Transitamos un cambio de paradigma en la sociedad y en la educación. Esta última estuvo durante un extenso tiempo centrada en la instrucción pese a las reformas educativas que se fueron dando en los diferentes países y que pretendieron adaptarse a las nuevas exigencias provocadas por el cambio global, estas continúan centradas en “la adquisición de conocimientos y habilidades, y denotan un claro reduccionismo antropológico, ya que conciben la educación preponderantemente en función de la producción, la competitividad y el mercado” (DA 328).
El nuevo paradigma no termina de nacer, esto es lo que da origen a la crisis sumado a que en la sociedad actual no hay certezas, ni referentes, ni elementos ni evidencias para defender posturas. En este cambio de paradigma el alumno requiere una mirada integral, centrada en la persona y es el docente, como sujeto social de transformación, quien debe dar respuesta a esta nueva perspectiva.
2.2 SITUACIÓN INSTITUCIONAL
Como colegios Católicos estamos llamados a ofrecer una educación inspirada en la misión evangelizadora de la Iglesia.
El Grupo Educativo al que pertenecemos está enmarcado en un Proyecto Pedagógico Pastoral que orienta nuestra tarea y nos invita a asemejar el rol docente con la pedagogía de Jesús:
La pedagogía de Jesús es el camino para que la comunidad educativa ayude a que las nuevas generaciones elaboren su proyecto de vida personal y comunitario. Como se desprende del diálogo de Cristo resucitado con los discípulos de Emaus (Lc 24), la Escuela Católica debe poner en práctica una pedagogía del encuentro, del discernimiento, del acompañamiento y del testimonio. (PPP, p.25)
Estos últimos cuatro ejes representan los retos de los docentes en nuestras instituciones educativas y se ponen de manifiesto siguiendo la pedagogía de Jesús Maestro. En ella el docente se acerca al alumno, respeta los procesos personales, capitaliza las habilidades y experiencias de otros haciendo resaltar la diversidad de talentos presentes en la comunidad de alumnos, ejercita una escucha atenta, ayuda a definir a transitar la definición del proyecto de vida y enseña a la luz del Evangelio dando testimonio de él.
En nuestras comunidades los agentes educadores inmersos en la realidad social encuentran dificultades al momento de implementar la pedagogía de Jesús como forma de evangelizar educando o educar evangelizando. Esto se debe entre otras causas a que en muchos casos no hay experiencias personales con Jesús de estos agentes, se vive con una profunda crisis del Ser en donde se antepone el bien personal por sobre el bien común, la sobrevaloración de lo personal, las situaciones personales y las propias emociones. Inmersos en una sociedad de derechos donde estos priman por sobre las obligaciones. En la que la vocación de servicio se ve opacada por el consumismo, el egocentrismo, el individualismo y la sobreexigencia del tener por sobre el ser y el exitismo que lleva a la pérdida de utopías.
El reto se centra en volver a generar el “Ardor del corazón” que llevó a estos agentes a ser docentes, a tener esta misión, a adentrarse en la vocación a la cual fueron llamados, a generar redes de trabajo para no aislarse y ser conscientes del don que Dios les dió para ofrecerlo al servicio del otro. Es asemejar sus prácticas a aquellas motivadas por Jesús en su acompañamiento a los apóstoles.
CAPÍTULO III
Fundamento Doctrinal
A través de los documentos magisteriales de la Iglesia, se puede observar que el tema de los docentes en las instituciones católicas cobra un valor relevante. Tanto la figura del docente como la del directivo deberían asemejar sus prácticas a la pedagogía de Jesús. Se recomienda que la comunidad educativa en su totalidad en cuanto auténtica comunidad eclesial y centro de evangelización, asuma su rol de formadora de discípulos y misioneros en todos sus estamentos. Debemos ser pedagogos como lo fue Jesús en Emaús.
A lo largo de la historia, la Iglesia fue reflexionando y debatiendo sobre estos temas y han llegado a elaborar distintos documentos que serán las bases de nuestra fundamentación doctrinal.
La Conferencia de Medellín plantea que las instituciones puedan ofrecer oportunidades educativas a todos los hombres de acuerdo a sus propios talentos y su propia personalidad para que puedan lograr la integración en la sociedad, con participación social, económica, cultural, política y religiosa. Se debe valorar la misión del docente que es decisiva en la transformación de la sociedad. Su selección y promoción deberá fundarse en las dotes humanas de la personalidad y actitud de servicio de los docentes para que puedan formar verdaderas comunidades, dinámicas y vivientes dentro de una experiencia renovadora.
El documento de Puebla, por su parte, se centra en la misión humana y evangelizadora que desempeñan los docentes. Dentro de las instituciones, los docentes deben propiciar una instancia efectiva de asimilación crítica, sistemática e integradora del saber y de la cultura en general. Así como ofrecer un lugar más apto para el diálogo entre la fe y la ciencia, favoreciendo el ambiente privilegiado que favorezca y estimule el crecimiento en la fe, lo que no depende sólo de los cursos programados de religión, sino de todos los agentes que en ellas se desenvuelven. El objetivo de toda educación genuina es la de humanizar y personalizar al hombre orientándolo hacia su fin último.
Ambas Conferencias destacan la importancia del rol de los educadores quienes deben valorizar su misión para la transformación social. Es necesario que los educadores se transformen en líderes que valoren su misión como agentes pastorales encarnando la pedagogía del Jesús de Emaús. Puedan encaminar la evangelización formando comunidades que promuevan transformaciones teniendo en cuenta sus propias culturas.
La conferencia de Santo Domingo nos lleva a reflexionar sobre el hecho de que ningún maestro educa sin saber para qué y hacia dónde educa. Hay un proyecto de hombre encerrado en todo proyecto educativo; y este proyecto vale o no según construya o destruya al educando. Éste es el valor educativo.
Cuando hablamos de una educación cristiana, hablamos de que el maestro educa hacia un proyecto de hombre en el que viva Jesucristo. Hay muchos aspectos en los que se educa y de los que consta el proyecto educativo del hombre; hay muchos valores; pero estos valores nunca están solos, siempre forman una constelación ordenada explícita o implícitamente. Si la ordenación tiene como fundamento y término a Cristo, entonces esta educación está recapitulando todo en Cristo y es una verdadera educación cristiana; si no, puede hablar de Cristo, pero no es cristiana.
El maestro cristiano debe ser considerado como sujeto eclesial que evangeliza, que catequiza y educa cristianamente. Tiene una identidad definida en la comunidad eclesial. Su papel debe ser reconocido en la Iglesia. Se les pide a todos los agentes pastorales quienes son parte viva y responsable de la nueva evangelización, que profundicen en el estudio y la meditación de la Palabra de Dios para poder vivirla y transmitirla a los demás con fidelidad. Además, deben ser conscientes de la misión a la que fueron llamados: anunciar y a vivir el Evangelio en el servicio a los valores y a las exigencias de las personas y de la sociedad. La fe en Jesús lleva consigo la misión. Debemos promover la formación permanente de los educadores católicos en lo concerniente al crecimiento de su fe y a la capacidad de comunicarla como verdadera Sabiduría, especialmente en la educación católica.
En la Conferencia Episcopal de Aparecida se refleja que cuando hablamos de una educación cristiana, entendemos que el maestro educa hacia un proyecto de ser humano en el que habite Jesucristo con el poder transformador de su vida nueva.
Por su parte, el Papa Francisco en el capítulo I de Evangelii Gaudium, nos invita a tomar los nuevos desafíos que propone la nueva misión evangelizadora. Destaca cinco pasos deberíamos tener en cuenta en nuestras prácticas pastorales y que se asemejan sin lugar a dudas a lo que nos muestra Jesús en el camino de Emaús.
Primerear, salir al encuentro tomando la iniciativa.
Involucrarse, a partir de obras y gestos, comprometerse con la comunidad y con las personas.
Acompañar, el proceso personal de cada uno, sabiendo ser pacientes
Fructiferar, estando atento a los frutos, promoverlos.
Festejar, los resultados, cada paso camino a la evangelización.
El Papa nos exhorta como Agentes de Pastoral a tener en cuenta esta actitud de acompañamiento y escucha, a tomar el compromiso que requiere la formación de comunidad de comunidades, a permitir renovarnos generando escuelas en clave pastoral, repensando objetivos y realizando un profundo discernimiento, sabiendo que el fin último es acercar a Jesús y a Su Palabra a todos los hombres.
Como educadores católicos, comprometidos en escuelas cuyo proyecto educativo esté en “clave pastoral”, nuestro estilo pedagógico debiera ser el del mismo Jesús. Al respecto nos indica el documento Vayan y Enseñen:
“...al reflexionar acerca de la persona del educador docente, es muy iluminador tener en consideración la pedagogía de Jesús reflejada en el encuentro con los peregrinos de Emaús. En esta cercanía intencionada, la pedagogía de Jesús se caracteriza por los siguientes rasgos:
• La acogida: se acerca y se interesa por lo que van conversando por el camino.
• El discernimiento: les explica detenidamente las Escrituras, les aporta a la formación explicándoles lo que acontece.
• El acompañamiento: se queda con ellos cuando atardece, está a su lado cuando la esperanza se desvanece.
• Suscita en los discípulos el testimonio: infunde en ellos una fuerza que los llena de esperanza y los mueve al encuentro con otros. La educación de nuestro tiempo, atenta a los cambios que se han producido tanto en los adultos como en las nuevas generaciones, hace exigible una pedagogía de esta índole.”
En el documento Educar hoy y mañana una pasión que se renueva. Instrumentum Laboris Capítulo II, el Papa Francisco también nos exhorta a:
La escuela y la universidad católica educan, ante todo, a través del contexto de vida, el clima que los estudiantes y los enseñantes crean en el ambiente que desarrollan las actividades de instrucción y aprendizaje. Tal clima está entretejido por los valores no sólo afirmados, sino experimentados en la calidad de las relaciones interpersonales que unen a los enseñantes y los alumnos, y a los alumnos entre ellos, por el cuidado que los profesores ponen con respecto a las necesidades de los estudiantes y a las exigencias de la comunidad local, por el límpido testimonio de vida ofrecido por los enseñantes y todo el personal de las instituciones educativas. Más allá de la pluralidad de los contextos culturales y de la variedad de las posibilidades educativas y los condicionamientos en los que se obra, hay algunos elementos de calidad que una escuela y una universidad católica tienen que saber expresar: - el respeto de la dignidad de cada persona y su unicidad (por lo tanto, el rechazo de una educación e instrucción de masa que hacen manipulable la persona humana o la reducen a número); - la riqueza de oportunidades ofrecidas a los jóvenes para crecer y desarrollar las propias capacidades y dotes; - una equilibrada atención por los aspectos cognitivos, afectivos, sociales, profesionales, éticos, espirituales; - el estímulo para que cada alumno pueda desarrollar sus talentos, en un clima de cooperación y solidaridad; - la promoción de la investigación como compromiso riguroso frente a la verdad, con la conciencia de los límites del conocimiento humano, pero también con una gran apertura mental y de corazón; - el respeto de las ideas, la apertura a la confrontación, la capacidad de discutir y colaborar en un espíritu de libertad y atención por la persona.
CAPÍTULO IV
Propuestas de acción - Planificación
De acuerdo a esta realidad, es necesario ofrecer una serie de propuestas que animen a los docentes a realizar acciones concretas a la luz del Evangelio, invitándolos a ser comunidad como discípulos de Jesús.

CAPÍTULO V
Conclusiones
El anuncio del Papa Francisco sobre la importancia y relevancia de las escuelas y los educadores en general y aquellos que son cristianos en particular, sirve para entender lo que se pretende de los educadores católicos.
En los últimos tiempos hemos intentado buscar respuestas a preguntas tales como: quién y por qué se degradó la educación, quién agrandó la brecha entre educación y trabajo, cómo es que la familia se debilitó, quién socavó a la autoridad, en definitiva quién dejó de soñar y trabajar por una utopía. Pero por más que invirtamos tiempo en esta discusión, no sólo no llegaremos a ponernos de acuerdo sino que tal vez nos perdamos la oportunidad de hacer algo distinto con esos chicos y adolescentes a los que nos enfrentamos a diario, alumnos con miedos, posibilidades, carencias, dones.
No debemos olvidar que esos chicos, como dice el Papa Francisco, “están ahí en cuerpo y alma, como son y como vienen, ante un adulto, reclamando, esperando, criticando, rogando a su manera, solos, necesitados, aterrorizados, confiando persistentemente en ustedes, atentos a ver si alguien les ofrece algo distinto… o les cierra otra puerta más en la cara.”
Nuestras instituciones, deben ser un lugar de acogida donde se pueda contener, sostener y promover el desarrollo humano de los alumnos de manera integral. Sabemos que no es tarea fácil y que con el correr de los años se pide a los docentes hacer y sumar tareas que no deberían ser parte de su trabajo, pero pensemos en esos chicos que hoy están bajo nuestro cuidado y nos necesitan.
Como escuelas cristianas, en clave pastoral, debemos crear un ambiente animado por el espíritu evangélico de libertad, cordialidad y solidaridad. Los educadores cristianos, como personas y como comunidad, somos los primeros responsables de ofrecer condiciones favorables al proceso formativo. Tanto las aulas como el resto de los ambientes escolares deben ser un lugar de encuentro donde las personas se influyen recíprocamente, favoreciendo así el crecimiento del otro en forma integral.
Se debe tener presente, a su vez, que la conversión permanente que la escuela con proyecto de inspiración cristiana, está llamada a realizar, se orienta a que Jesucristo sea el centro de toda su vida institucional. Así, “esta conversión exige una nueva pedagogía. La Escuela Católica trabaja con una pedagogía actualizada que sabe abrevar en las fuentes más purificadas y en los pensamientos más críticos, y que no teme articular toda la fuerza de la renovación en el conocimiento y en la ciencia con las riquezas de la educación cristiana y del Evangelio”. (Vayan y Enseñen N° 34).
Es clave responder al pedido de despertar en nosotros, la pasión educativa. Y que, como nos ha dicho el Papa Benedicto XVI, “no se resuelve en una didáctica, en un conjunto de técnicas ni tampoco en la transmisión de principios áridos. Educar es formar a las nuevas generaciones, para que sepan entrar en relación con el mundo, fuertes en una memoria significativa que no es sólo ocasional, sino acrecentada por el lenguaje de Dios que encontramos en la naturaleza y en la Revelación, por un patrimonio interior compartido, por la verdadera sabiduría que, mientras reconoce el fin trascendental de la vida, orienta el pensamiento, los afectos y el juicio.”
La invitación reside en aceptar el riesgo de protagonizar una nueva educación. Una educación que promueva la libertad responsable, que incluya, que acompañe en los ritmos individuales de cada alumno, que los ayude a “dar frutos”. Un lugar donde se practique la humildad, la paciencia, la atención y la escucha. Un lugar, como nos recuerda el Papa Francisco, que sea “fruto del encuentro con Dios que siempre es novedad y que nos empuja a romper, partir y desplazarnos para ir más allá de lo conocido, hacia las periferias y las fronteras, y donde los chicos por debajo de la apariencia de la superficialidad y conformismo, siguen buscando la respuesta a la pregunta por el sentido de la vida.”
Por último, creemos que el estilo que todo agente pastoral debería vivir e invitar a vivir puede resumirse en estas breves ideas:
Amor por su tarea. Redescubrir la vocación de manera permanente para acompañar en el crecimiento y desarrollo integral.
Vivir en la Fe. Preocuparse por vivir y crecer en la Fe para despertar el sentido misionero en los demás.
Ser coherente. Demostrar coherencia entre lo que se dice y hace y transparencia en las relaciones humanas.
Acompañar. Ser paciente a la hora de “estar” con los demás, que su testimonio mueva al encuentro con el otro.
Discernir. Acompañar a los alumnos en su formación integral, explicar y aportar en su formación académica.
Acogida. Acercarse e interesarse por los alumnos y su realidad a través de una escucha empática.
Excelencia. Caminar hacia la excelencia profesional a través del continuo perfeccionamiento.
Autocontrol. Demostrar y ejercitar suficiente autocontrol para manejar las emociones en la toma de decisiones (personales, sociales, comunitarias) ante diversas situaciones.
Objetivos claros. Su accionar debe permitir llegar al fin con los objetivos propuestos, sin atropellar ni imponer, favoreciendo un clima de diálogo. Inculcar la perseverancia, paciencia y tolerancia para no perder el rumbo.
Madurez espiritual. Promover un estilo de vida coherente con los valores del Evangelio.
BIBLIOGRAFÍA
Primera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (1955). Sobre las necesidades de América Latina - Documento de Río de Janeiro.
Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (1968). La Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Concilio - Documento de Medellín.
Tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (1979). La evangelización en el presente y en el futuro de América Latina - Documento de Puebla.
Cuarta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (1992). Nueva Evangelización, promoción humana y cultura cristiana - Documento de Santo Domingo.
Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (2007). Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida - Documento de Aparecida.
Papa Francisco (2013) Exhortación Apostólica Evangelli Gaudium, Ciudad del Vaticano
Papa Francisco (2014) Educar hoy y mañana, Una pasión que se renueva Instrumentum laboris, 2014
CELAM (2011), Vayan y Enseñen, Identidad y misión de la escuela católica en el cambio de época, a la luz de Aparecida, Ediciones SM

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